Joaquín Rubio Camín Ángel

Núm. de inventario
196574
Cronología
1951
Técnica
óleo
Soporte
tabla
Medidas
320x102 cm

Aunque hoy forma parte de la colección de la Universidad de Oviedo y se guarda en la capilla de su Edificio Histórico, el origen de esta tabla y su complementaria es ajeno a la institución académica. Su autor, el artista gijonés Joaquín Rubio Camín (1929-2007), las pintó en 1951 por encargo de la autoridad al mando del cuartel de Simancas de Gijón cuando realizaba el Servicio Militar. Su destino era el retablo de la capilla del cuartel, de cuyas puertas formaron parte. Se desconoce la fecha en que fueron desmontadas del retablo y las razones que hubo para su traslado al cuartel del Milán en Oviedo, donde se encontraron cuando la Universidad se hizo cargo de las instalaciones militares para adaptarlas a una nueva función académica.

Tras el hallazgo de las tablas y el contacto con su autor, que decidió que permanecieran custodiadas por la institución universitaria, pasaron a formar parte de sus fondos patrimoniales. Antes de su instalación en el muro septentrional de la capilla, las tablas fueron restauradas el año 2002.

Las Tablas de los Ángeles pertenecen a la primera etapa pictórica del artista asturiano, que entonces firmaba como Rubio Camín. Fueron pintadas en 1951 en Gijón, cuando cumplía el Servicio Militar (noviembre de 1948 - octubre de 1951), fase en la que siguió desarrollando ininterrumpidamente la actividad pictórica, según demuestran los numerosos cuadros datados en esos años y las exposiciones en las que participó.

Estas tablas pintadas son la primera muestra conocida de su obra de temática religiosa, campo en el que desarrolló un extenso trabajo desde mediados de los años 50, cuando el reconocimiento conseguido favoreció colaboraciones con arquitectos para integrar sus murales de pintura, mosaico y pirograbado en construcciones de instituciones religiosas de distintos puntos de España.

Constituyen buenos ejemplos de aquella obra religiosa inicial sus intervenciones en el seminario de los Padres Paules de Hortaleza, en las capillas de los colegios de los Jesuitas de Chamartín y Reina de los Apóstoles de Andújar, y, dentro de Asturias, en las iglesias parroquiales de San Pedro y del Corazón de María de Gijón. En 1960, en la iglesia londinense de St.Vicent de Potters Bar, realizó, junto a un gran mural pictórico, diversas esculturas con chapa metálica, iniciando su indagación volumétrica y una actividad dentro del arte sacro que sobrepasa el campo de las artes plásticas y aborda el diseño de mobiliario y objetos de uso litúrgico.

Las Tablas de los Ángeles se inscriben, pues, en una vertiente de la actividad creativa de Camín de gran importancia, tanto por el volumen de obra que ha generado la temática religiosa dentro del conjunto de su producción, como por haber dado origen a la experiencia escultórica del artista, a la que llega en contacto con los grandes espacios de la arquitectura.

Estas piezas, de formato rectangular rematado con una ligera curvatura en su parte superior y adaptadas a las batientes de las puertas del retablo, se disponían simétricamente en torno al eje central de aquél. En su composición se aprecia una búsqueda del orden, el equilibrio y la armonía que, además de responder a razones estéticas, resulta pertinente al tema representado. En las tablas se representan sendos ángeles que llevan en sus manos largas filacterias con sus respectivas leyendas. El texto de la sostenida por la figura derecha dice "Ave María", y se complementa con el de la que porta la del lado izquierdo, donde consta "Gratia plena".

La elección de este tema debió estar relacionada tanto con la iconografía del retablo, como con la función del elemento en el que se integraban las tablas, sus puertas. La iconografía angélica y el texto de las filacterias parecen corresponderse con un retablo dedicado a la Virgen, puesto que recogen la salutación realizada por el arcángel Gabriel a María en el episodio de la Anunciación (Lc 1, 28) y la patrona del cuerpo militar de Infantería es la Inmaculada. Los ángeles desempeñarían en ese contexto su habitual función de mensajeros de la divinidad, de intermediarios en su relación con los hombres; se trataría, pues, de ángeles anunciadores, evocadores de la figura de Gabriel, aunque al tratarse de dos figuras perfectamente diferenciadas, no representan a dicho arcángel.

Siguiendo la tradición iconográfica del arte cristiano, estos seres de naturaleza espiritual adoptan forma humana y destacan por su belleza fisonómica y sus proporcionadas figuras. Se pone en ellas de relieve la juventud a través de los rostros imberbes y de los cuerpos asexuados; se evidencia la misión que desempeñan de mensajeros celestes mediante las alas y la actitud dinámica de sus figuras, y se realza su condición de seres inmateriales con la luz que irradian sus cabezas, orladas por nimbos, y con las túnicas vaporosas impregnadas de los reflejos rosáceos y dorados del brillo celestial. Esas largas vestiduras, símbolo también de pureza e inocencia, llegan hasta los pies descalzos, que parecen flotar sobre unas nubes propias de la morada celestial que habitan. Son figuras con escasa individualización facial; atemporales, como corresponde a su condición de espíritus puros, que se mueven en un espacio sin tiempo, en el que las nubes subrayan la condición supraterrenal.

Estos recursos iconográficos determinan la estética idealizada que rige el conjunto y lo distancia del resto de la producción pictórica contemporánea de su autor. Se trata de una obra pintada paralelamente a los paisajes, retratos y bodegones que le ocupaban en los momentos iniciales de su andadura artística, cuando la censura y el aislamiento cultural privaban de la información y el contacto con las tendencias internacionales, y cuando el gusto conservador del público regional rechazaba toda propuesta artística renovadora. Un momento, no obstante, en el que Rubio Camín comenzó a definir un estilo personal, que suponía novedades formales y conceptuales en la interpretación de los géneros clásicos antes apuntados a través del cromatismo frío, de la síntesis formal y de la elección como tema de las vertientes menos amables de la realidad circundante.

Contrasta, pues, el afán idealizador de las Tablas de los Ángeles con el espíritu que regía el resto de su producción pictórica, que en esta obra, como en otras muchas de temática religiosa, se justifica por el contenido y la función. No obstante, existen algunos rasgos comunes con los restantes cuadros de la época y en especial con los retratos, como el tipo de pincelada sintética y abocetada, que se distancia de la constructiva imperante en los bodegones y de la más expresiva de los paisajes. También existen paralelismos en otros recursos técnicos, como el escaso empaste, el uso de veladuras para conseguir determinados efectos lumínicos, y el recurso a la larga pincelada para definir los contornos, potenciar el volumen y precisar los detalles.

El autor de estas tablas, Joaquín Rubio Camín, es un figura relevante del panorama artístico español de la segunda mitad del siglo XX. Artista autodidacta y pluridisciplinar, inició su trayectoria creativa en 1947 dentro del campo de la pintura. En 1960 comenzó una actividad escultórica que le ocupó hasta su muerte en 2007. También desarrolló una importante actividad dentro del campo del dibujo, el collage, el grabado y el diseño.

Joaquín Rubio Camín nació en Gijón el 11 de septiembre de 1929 y allí residió durante la infancia y primera juventud. En Gijón se despertó su interés por la pintura e inició su trayectoria artística y expositiva en 1947. Tras realizar el Servicio Militar, se trasladó a Madrid en 1951, ciudad en la que continuó pintando y obtuvo el Premio Nacional de Pintura (1955). En 1960 viajó a Londres y realizó sus primeros trabajos volumétricos, comenzando una experiencia escultórica con la que pronto conseguiría notable reconocimiento (Premio Nacional de Escultura en 1962). En 1975 se estableció definitivamente en Asturias, donde desarrolló su actividad creativa entre su casa-taller de Valdediós (Villaviciosa) y su ciudad natal, Gijón, en la que tuvo lugar su fallecimiento el 29 de diciembre de 2007.

Texto y catalogación: prof. doctora María Soledad Álvarez Martínez

Referencias bibliográficas
  • ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª S. (1987) "Arte y diseño en la obra religiosa de Camín: escultura sacra y objetos litúrgicos", Liño, 7, 177-196.
  • ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª S. (1989) "Obra pictórica de Rubio Camín (1947 1960). Nuevo paisaje y otros géneros". En: Rubio Camín, pintor (1947 1960), 92-125. Gijón: Urrieles Ed. y Fundación Municipal de Cultura.
  • ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª S. (2005) "Joaquín Rubio Camín (Gijón, 1929)", Artistas Asturianos. Escultores. IX, 92-125. Oviedo: Hércules Astur de Ediciones.
  • ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª S. (2009) Entorno Camín. Catálogo, Museo Barjola, Gobierno del Principado de Asturias. Gijón: Consejería de Cultura y Turismo.
  • ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª S. y F. ZAPICO (1990) Joaquín Rubio Camín. El camino hacia la escultura 1951-1964. Catálogo, Centro de Escultura de Candás. Candás: Museo Antón.
Ubicación en el planoUbicación de la obra en las instalaciones de la Universidad

 

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